martes, 2 de noviembre de 2010

¿JALOGÜIN? MEJOR LOS LATINAJOS

Ayer 1 de Noviembre fue día de Todos los Santos, y hoy día 2, también según el santoral católico, es el día de Los Fieles Difuntos. Tenemos por aquí numerosas y buenas tradiciones, pero como se trata de vender, ahora nos invaden con eso tan detestable del Jalogüin . Sin comentarios.Lo cierto es que en esta bendita profesión tenemos, por lógica, una cierta relación con la muerte. Dicen que los sanitarios cobramos por decir con palabras raras aquello que todo el mundo sabe con palabras comunes. La gente asiste a una consulta creyendo que tiene anginas y paga para que finalmente le digan que tiene amigdalitis. En esas, como nos es duro decir según qué cosas, pues echamos mano del tecnicismo. ¿Cómo decir a alguien que no tenemos ni idea del origen de su problema? Pues le decimos que padece algo idiopático, y todos contentos. Bien, tampoco hablar de muerte en centros creados para sanar es algo cómodo, y entonces les llamamos éxitus. Curioso término. Se trata de la misma raiz latina que da origen en nuestro idioma al término “éxito”. Ahondando en este tema, diremos que buscando éxito en el diccionario de la RAE, su tercera acepción es “Fin o terminación de un negocio o asunto”. Lógico. Se comenta mucho que en latín exitus significaba “salida”, y es cierto (en muchos locales leemos EXIT para indicarnos la salida). Podría pensarse que morir, no es sino la salida definitiva, y de ahí el término referido. Pero lo cierto es que en latín, exitus se empleaba para indicar salida pero también también referir el fin de algo. En Anatomía, el exitus pelvis es el estrecho inferior de la pelvis o su salida. Para indicar que un paciente salía (y era pues dado de alta) con muerte, se decía Exitus letali. Hay quien defiende que es el acortamiento de esta cita la que da pie al actual y sencillo éxitus. Pero en textos latinos, encontramos como sinónimo de fin y no de salida, la expresión “exitus vital” para referir el fin de la vida. En fin, que bien por salir o bien por finalizar, los exitus suelen ser poco exitosos.Y ya en estas de difuntos y todos los santos, llevo más razón que un idem cuando opino que nada mejor que pensar en cuándo los santos se pondrán en marcha. Así que llevas ya un rato oyendo el clásico del gospel “oh when the saints go marching in” filtrado por la trompeta jazzera del señor Louis (Daniel) Armstrong. Si te fijas bien en una foto (ésta por ejemplo es extraordinaria), comprenderás que sus henchidas mejillas no son producto de generosos mofletes, sino una descomunal musculatura que le permite soplar fuerte y virtuosamente. ¿Cómo podríamos llamar a dichos músculos? Si analizas nombres de la naturaleza, observarás que todo aquello que lleva el sobrenombre de trompetero, se le llama Bucinator (ejm. el cálao trompetero o Ceratogymna bucinator, extraño pájaro este). Ello se debe que en latín bucinator significaba trompetero (buccia es trompeta en italiano). En español nos llega para una bocina. Como habrás imaginado, los músculos referidos son los buccinadores (o músculos "trompeteros"), que a quienes no tocamos la trompeta, apenas ayudan en algo a la masticación y de vez en cuando sirven para soplar (me refiero a las velas de los cumpleaños). Y bueno, con los latinajos de esta entrada, tengo ya el cupo de un lustro cumplido