Entre los más antiguos y actualmente ya considerados muy “lights”, quedan palabras como imbécil, idiota o cretino.
Dichos términos, reconocidos por la RAE, tienen su origen en el leguaje científico, pues suponen enfermedades perfectamente catalogadas y definidas.
Así, la palabra Imbécil, para referirse a quien padece de imbecilidad, define una patología que se manifiesta clínicamente como una forma de retraso mental a medio camino entre la "debilidad mental" y la idiocia (o idiotez). La edad mental de las personas que la padecen, oscila entre los dos y los seis años, y su coeficiente intelectual varía entre cincuenta y veinticinco.
Peor aún es cuando a alguien se le llama Idiota, pues nos referimos así a un trastorno mental caracterizado por una edad mental de 3 años y un coeficiente de inteligencia menor de 25.
Por último, la palabra Cretino define un problema endocrinológico: el hipotiroidismo congénito. Al nacer con él, la persona no podía desarrollarse física ni mentalmente, y ofrecía la imagen de alguien de muy baja estatura, fuerte retraso mental y una cara desagradable. En la actualidad, en el primer mundo, este problema se detecta con el cribado metabólico del recién nacido (popularmente conocida como “prueba del talón”) y se soluciona prontamente con la aportación de hormona tiroidea sintética. El cretinismo endocrinológico pues, está llamado a desaparecer
La popularización de estos insultos han alcanzado tal nivel, que cuando alguna persona (que como cualquier enfermo no tienen culpa de nada) desarrollan realmente estos problemas, se acaba por llamar a sus enfermedades con algún sinónimo para evitar ser estigmatizados.
Y a petición de varios lectores (y una lectora) dejo unos días más el Smoke on the water