Se podría decir que nacemos con las pilas puestas. Luego, a lo largo de la vida, las vamos recargando, gastando, se producen problemas eléctricos… y así hasta que un día la desconexión es total.
La gente de la Enfermería, debemos estar preparados para convivir con este hecho y cuidar de las pilas, y también de sus desconexiones. No obstante, no todas se producen de igual forma. Las precoces son especialmente dolorosas, y puestos a pedir, elegiríamos siempre un cese en la actividad rápido, pero tras una larga supervivencia. Y aún siempre es doloroso.
La gente de la Enfermería, digo, tenemos además fama de ser malos pacientes y no hacer lo que tan bien se nos da decir y aconsejar a los demás. Una cosa es un bisturí en barriga ajena, y otra muy distinta que lo afilen sobre la nuestra. Una cosa es el cese de pilas en gente querida por los demás, y otra distinta cuando le toca a alguien por quien hubieras dado la vida. Aunque… tal vez son exageraciones, y finalmente ante hechos de este calibre, todos y todas tenemos unos mínimos de sentimientos comunes, unos enormes y repentinos vacíos de quereres que no sabemos cómo rellenar. Y ahí necesariamente nos llegan los recuerdos, ¡siempre los recuerdos!. A ellos nos debemos ahora, a los recuerdos; no como bálsamo sustituyente sino como esencia clonadora que nos permita seguir con nuestras ya chispeantes pilas para adelante.
Y nos llegan de cuando niños, de adultos, de frases, de situaciones, de viajes ….de todo.
También, claro, de música. De las mañanas de almidón en el planchar, con una Machín en la radio portando para su maternal amor una flor en su pecho, a quien sólo ganaría el siempre más ardiente pecho de Manolo Escobar llevando un altar enterito. Pero también vienen músicas que uno sentía en exclusiva de los de su edad, y mira por dónde, gustaban de oír nuestros mayores para perturbarnos rompiendo lo que creíamos que marcaba nuestra jovial y rebelde identidad. Finalmente uno sabe que la música, como el arte en general, no concede por sí misma identidades (¡pobre de quien así lo pretenda pasados los 20!), sino sencillamente llena espacios y recarga pilas.
La gente de la Enfermería, debemos estar preparados para convivir con este hecho y cuidar de las pilas, y también de sus desconexiones. No obstante, no todas se producen de igual forma. Las precoces son especialmente dolorosas, y puestos a pedir, elegiríamos siempre un cese en la actividad rápido, pero tras una larga supervivencia. Y aún siempre es doloroso.
La gente de la Enfermería, digo, tenemos además fama de ser malos pacientes y no hacer lo que tan bien se nos da decir y aconsejar a los demás. Una cosa es un bisturí en barriga ajena, y otra muy distinta que lo afilen sobre la nuestra. Una cosa es el cese de pilas en gente querida por los demás, y otra distinta cuando le toca a alguien por quien hubieras dado la vida. Aunque… tal vez son exageraciones, y finalmente ante hechos de este calibre, todos y todas tenemos unos mínimos de sentimientos comunes, unos enormes y repentinos vacíos de quereres que no sabemos cómo rellenar. Y ahí necesariamente nos llegan los recuerdos, ¡siempre los recuerdos!. A ellos nos debemos ahora, a los recuerdos; no como bálsamo sustituyente sino como esencia clonadora que nos permita seguir con nuestras ya chispeantes pilas para adelante.
Y nos llegan de cuando niños, de adultos, de frases, de situaciones, de viajes ….de todo.
También, claro, de música. De las mañanas de almidón en el planchar, con una Machín en la radio portando para su maternal amor una flor en su pecho, a quien sólo ganaría el siempre más ardiente pecho de Manolo Escobar llevando un altar enterito. Pero también vienen músicas que uno sentía en exclusiva de los de su edad, y mira por dónde, gustaban de oír nuestros mayores para perturbarnos rompiendo lo que creíamos que marcaba nuestra jovial y rebelde identidad. Finalmente uno sabe que la música, como el arte en general, no concede por sí misma identidades (¡pobre de quien así lo pretenda pasados los 20!), sino sencillamente llena espacios y recarga pilas.
Y para recargarlas bien, este tema, muy especial para mi, que Triana grabó hace ahora justo ¡30 añazos!. Con ustedes Señor Troncoso:
… en tu mente ya lo pone
todo tal como ha de ser
sigue luchando y podrás lograr
al fin tu ser.
PD: Hay veranos que uno no está para nada, ya lo dije y me quedé corto en mi entrada del dia 1 de Agosto (abierto por vacaciones): despiértame cuando Septiembre acabe.
… en tu mente ya lo pone
todo tal como ha de ser
sigue luchando y podrás lograr
al fin tu ser.
PD: Hay veranos que uno no está para nada, ya lo dije y me quedé corto en mi entrada del dia 1 de Agosto (abierto por vacaciones): despiértame cuando Septiembre acabe.
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