En la mágica noche de San Juan, tiramos a la hoguera todo lo inservible y lo que nos hace daño. Sea material o no. Es la noche más corta del año, y se une pues, al día más largo. Noche-día, día-noche; binomio inseparable regulado incluso fisiológicamente. Y para ello, la naturaleza nos ha dado la glándula pineal (o epífisis). Está detrás de la hipófisis. Recibe por fibras nerviosas información lumínica que le llegan desde la retina; y se activa y produce melatonina cuando no hay luz. La melatonina está relacionada con la regulación de los ciclos de vigilia y sueño; y sirve para contrarrestar además, los efectos del Jet Lag (síndrome de diferencia de zonas horarias). Es también un poderoso antioxidante; y participa en el buen control de algunas células cancerosas. Además regula los ritmos circadianos y el inicio de la pubertad. Hay quien ve en esta glándula y en su activación-inhibición la explicación a la supuesta mayor actividad sexual en países de mucho sol y mucha luz. Precursores de la melatonina se encuentran en el arroz, el maíz, las cerezas y el vino tinto. No obstante hay muchas cosas para las que es difícil hallar sustento bioquímico... y tal vez, ni falta que hace (me disculpen los
científicopuristastododebetenerunaexplicación)
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