Cuando uno está de bajón, la música y las letras ayudan. Me he puesto manos a la obra y os cuento aquí la historia de mi amiga y colega Virginia.
Ella, en su día, saltándose las más básicas normas de prevención universales, se guardó de recuerdo la aguja con la que puso adrenalina en su primera RCP. Aún le brillan los ojos cuando lo recuerda.
No le costó desprenderse de ella, pues buscaba algo que ansiaba recuperar a toda costa, el objeto que usó para cuidar al más agradecido de los pacientes de su larga carrera.
La cambió por un pomo de un botiquín. Y el pomo, lo cambió por una bata que usara la directora de su Escuela de Enfermería. La bata, la cambió en un mercadillo por un viejo soporte rodante para dos bateas. Resultó una curiosa antigualla y lo cambió por un libro de la 1ª edición de Diagnósticos de Carpenito, firmado por la propia autora. Ya en el mundillo del fetichismo enfermeril, semejante joya la cambió por el juego de tizas que usara Virginia Henderson en su primera clase en Harvard (sí, la Henderson usaba tizas). Dio después con un ex -enfermero, radiólogo arrepentido, que le pasó su tomógrafo por las tizas de su idolatrada líder. Le bastó con ofrecerlo a un hospital privado del Caribe, para que por el tomógrafo, le diesen el 50% de las acciones del mencionado hospital. Con semejante capital, había llegado el momento de buscar a la persona que se quedó con su regalo de aquella maratón solidaria. Un terremoto llevó a una cadena de televisión a organizar una maratón en la que cada persona, famosa o no, debía desprenderse de su objeto más querido para que otra lo comprara y enviar el dinero para ayudar al país. Virginia, en uno de sus prontos solidarios, hizo el regalo que desde entonces tanto añora en volver a tener. La cadena de televisión le dio el teléfono del comprador, y Virgina, tras ofrecer todas sus acciones del hospital caribeño, volvió a recibir aquella jeringa de Gullón que en su día usara para poner un enema a un paciente víctima de estreñimiento pertinaz (o constipación crónica). Nunca se olvida los pacientes verdaderamente satisfechos.
Ella, en su día, saltándose las más básicas normas de prevención universales, se guardó de recuerdo la aguja con la que puso adrenalina en su primera RCP. Aún le brillan los ojos cuando lo recuerda.
No le costó desprenderse de ella, pues buscaba algo que ansiaba recuperar a toda costa, el objeto que usó para cuidar al más agradecido de los pacientes de su larga carrera.
La cambió por un pomo de un botiquín. Y el pomo, lo cambió por una bata que usara la directora de su Escuela de Enfermería. La bata, la cambió en un mercadillo por un viejo soporte rodante para dos bateas. Resultó una curiosa antigualla y lo cambió por un libro de la 1ª edición de Diagnósticos de Carpenito, firmado por la propia autora. Ya en el mundillo del fetichismo enfermeril, semejante joya la cambió por el juego de tizas que usara Virginia Henderson en su primera clase en Harvard (sí, la Henderson usaba tizas). Dio después con un ex -enfermero, radiólogo arrepentido, que le pasó su tomógrafo por las tizas de su idolatrada líder. Le bastó con ofrecerlo a un hospital privado del Caribe, para que por el tomógrafo, le diesen el 50% de las acciones del mencionado hospital. Con semejante capital, había llegado el momento de buscar a la persona que se quedó con su regalo de aquella maratón solidaria. Un terremoto llevó a una cadena de televisión a organizar una maratón en la que cada persona, famosa o no, debía desprenderse de su objeto más querido para que otra lo comprara y enviar el dinero para ayudar al país. Virginia, en uno de sus prontos solidarios, hizo el regalo que desde entonces tanto añora en volver a tener. La cadena de televisión le dio el teléfono del comprador, y Virgina, tras ofrecer todas sus acciones del hospital caribeño, volvió a recibir aquella jeringa de Gullón que en su día usara para poner un enema a un paciente víctima de estreñimiento pertinaz (o constipación crónica). Nunca se olvida los pacientes verdaderamente satisfechos.
1 comentario:
Lo dicho, tanto disparate me alivia.
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