Llevo muchos días dándole vueltas a esta entrada. Es MUY atípica, porque suelo poner cosas poco elaboradas, primeros pensamientos y sensaciones, sin más. De las 69 (evitaremos chistes fáciles) entradas que llevo hasta la fecha, ésta de hoy es la más
metafísica y extensa. No, no voy a hablar de si
Raúl debiera estar en la selección (¡como si eso fuera discutible!). Vaya tela. Hablo con Cola (¡qué bien!) y me comenta que él, profesor de Anatomía, ha empezado por contarles a las alumnas/os de 1º que
el cuerpo humano es un instrumento para vivir una experiencia humana y está en función de la espiritualidad que es en sí el ser humano. Toda enfermedad es además un desajuste con el entorno interno y/o externo, captado primeramente en el cerebro que es quien de alguna forma “genera como aviso” la propia enfermedad para su resolución y regreso a la homeostasis orgánica y armonía en el entorno. En síntesis: somos seres espirituales viviendo una experiencia humana y la enfermedad es un programa biológico de alerta para ser conscientes de que algo de nuestros pensamientos y nuestras conductas debe ser cambiado para volver al bienestar, corporal y espiritual. Al otro lado, muy cerca, alguien me dice que lo de la
espiritualidad es un invento. Todo tiene un sustrato fisiológico y no hay nada más allá. Cari opina que la mente genera, crea y desarrolla porque hay células que así lo permiten, y la grandeza humana reside en eso, sin más rebuscamientos. La enfermedad, no es sino un recordatorio de la naturaleza de que finalmente somos imperfectos, los engranajes de la vida a veces chirrían y donde debiera haber salud, surgen los problemas. El medio ambiente y el entorno es crucial, pero no cabe duda que un componente aleatorio existe. Para mi, las cosas existen en tanto cada uno cree que existen. Alguien diría que es una más de mis salidas diplomáticas, pero así lo siento. Y lo siento porque lo he vivido. Asistir, cuidar o compartir con un espiritualista, es, debe ser, un alarde de empatía para atender la que sin duda será su principal necesidad. Asistir, cuidar o compartir con una no espiritualista, es, debe ser, un alarde de empatía para no entrometernos en lo que sin duda alterará sus principales necesidades. Hubo un día en que los varones sondaban a los pacientes varones, y las mujeres, a las pacientes mujeres. Como quiera que dé lectura uno la vida, hoy no podrá elegir perfil ni interpretación de paciente alguno. Y seguimos, claro, sin hablar de religión. ¿Y de lo mío qué? Pues para mi esto de la espiritualidad va como a impulsos. Se me presenta como un lujo, que a veces uno se puede permitir (nunca con sensación de lujo, sino de de necesidad), y a veces, a lo sumo, como parido de un gestáltico pensamiento, se acaba convencido que las cosas, nosotros, somos mucho más que la suma de todo aquello que nos conforma. Quede claro que no tomé nada para escribir esto. Sigo hablando con Cola (sin duda una de las cosas que más me enriquecen hoy por hoy, ¿lo había dicho?) y me recuerda que al final todo es la búsqueda y el viaje al
hogar. Vamos,
todo es un Viaje a Itaca. Claro, la música la tengo hoy fácil, fue
Lluis Llach quien trabajó sobre los versos del gran
Kavafis para hacer esta
joyita. Y antes de que nadie se me ponga nervioso, aquí va, completa, la traducción.
I
Cuando salgas para hacer el viaje hacia Itaca
has de rogar que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de conocimiento.
Has de rogar que sea largo el camino,
que sean muchas las madrugadas
que entrarás en un puerto que tus ojos ignoraban
que vayas a ciudades a aprender de los que saben.
Ten siempre en el corazón la idea de Itaca. II
Has de llegar a ella, es tu destino
pero no fuerces nada la travesía.
Es preferible que dure muchos años
que seas viejo cuando fondees en la isla
rico de todo lo que habrás ganado haciendo el camino
sin esperar a que dé más riquezas
Itaca te ha dado el bello viaje
sin ella no habrías salido.
Y si la encuentras pobre, no es que Itaca
te haya engañado.
Sabio como muy bien te has hecho
sabrás lo que significan las Itacas.
III
Más lejos, tenéis que ir más lejos
de los árboles caídos que os aprisionan.
Y cuando los hayáis ganado
tened bien presente no deteneros.
Más lejos, siempre id más lejos,
más lejos del presente que ahora os encadena.
Y cuando estaréis liberados
volved a empezar nuevos pasos.
Más lejos, siempre mucho más lejos,
más lejos, del mañana que ya se acerca.
Y cuando creáis que habéis llegado,
sabed encontrar nuevas sendas.
IV
Buen viaje para los guerreros
que a su pueblo son fieles
favorezca el Dios de los vientos
el velamen de su barco
y a pesar de su viejo combate
tengan placer de los cuerpos más amantes.
Llenad redes de queridos luceros
llenos de aventuras, llenos de conocimiento.
Buen viaje para los guerreros
si a su pueblo son fieles
y a pesar de su viejo combate
el amor llena su cuerpo generoso
encuentren los caminos de viejos anhelos